marcela y su mentholatum

1 dic 2008




El sabor del Mentholatum en la boca me retrotrae a cualquiera de los 20 inviernos que he vivido (voy por el número 21 este año) y no sé si es eso o la inseguridad respecto a que pasará con el semestre que hay que retomar lo que me deprime y me mantiene aferrada al pijama que me saqué a eso de las 12 y me volví a poner a eso de las 4… el rollo de papel higiénico que anoche estaba gordito y sellado ahora tiene menos de la mitad y mi nariz comienza a arder.

Mi conciencia, sin embargo, está animosa... quizás yo también debería estarlo después de la mega siesta, pero el exceso de secreciones nasales no deseadas me mantiene en el lado pesimista de la vida. El otro día recordaba una de las alucinaciones más pro que tuve estando con mononucleosis, cuando tuve más de 40º de fiebre. En mi alucinación había un lugar donde se encontraba la esencia de las personas que se enfermaban, era algo así como la concepción de “Cielo” que tienen los cristianos, la diferencia era que quienes estaban ahí no estaban muertos, sino sólo enfermos. Recuerdo que yo me hacía amiga de un pelado, gordito y bien bajo que estaba muy triste, yo me acercaba a conversarle y me decía que llevaba mucho tiempo ahí y que quería irse, me decía además que no tenía amigos, entonces yo le ofrecía ser su amiga mientras durase mi estadía en “Enfermolandia” o cualquiera sea el nombre que haya tenido el lugar ese… Me pregunto si él seguirá ahí… me gustaría hablar un rato con el, era simpático...

Mejor dejo de pensar en el resfrío y me dedico a disfrutar el “Ferrero Rocher” que acabo de encontrar en el cajón del mueble del PC (debe haber llevado fácilmente cinco meses ahí dentro, pero sabe igual de rico), el efecto de estos chocolates es siempre el mismo… como lo que me pasa con algunas canciones… la que está sonando ahora, por ejemplo: “Because your candle burns too bright… well, I almost forgot it was twilight”, me encanta esa parte… esa es mi canción de antes de dormir, la escucho mientras veo un par de fotos al azar, leo o escribo algún documento de word, desocupo mi cama, escribo un sms o me caliento los pies en la estufa y mientras hago alguna de esas cosas un incienso se quema y llena de alguna esencia, previamente escogida por mi, la habitación. La esencia de hoy es Cannabis, que nunca olió a marihuana, más bien huele a limpia pisos, por eso me gusta de hecho, porque deja mi pieza con olor a limpio aunque no la limpie y además me hace olvidar el olor a Mentholatum, sólo el olor, pues no le delegaría una tarea tan importante como olvidar un sabor a un incienso, menos cuando me he encontrado un Ferrero Rocher en el 1er cajón del mueble del PC que, por lo demás, cumplió a cabalidad la misión...

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